APUNTES
SOBRE EL MÉTODO DE LA ECONOMÍA POLÍTICA DE MARX
Mónica Bruckmann*
1. INTRODUCCIÓN
Muchos podrán discordar de los aportes teóricos y metodológicos de Carlos Marx al estudio de la sociedad capitalista y la comprensión de la dimensión histórica del desarrollo de la humanidad, sin embargo, pocos podrán negar, sin caer en una visión futil, que el conjunto de su obra representa una ruptura definitiva con la tradición de pensamiento anterior.
El presente trabajo busca desarrollar sobretodo los aspectos metodológicos de la crítica de Marx a la Economía Política, tomando como uno de los textos fundamentales para el análisis Los Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política- borradores de 1857-1858, más conocidos como los Grundrisse. Consideramos que este es uno de los trabajos de Marx que mejor refleja su proyecto científico general y constituye un material extremamente rico y denso, cuyo estudio permite recuperar el sentido de su aporte a las ciencias sociales y al materialismo dialéctico como método de análisis e interpretación de la sociedad moderna, pero también como método de transformación permanente de la misma.
Iniciamos el presente trabajo con la crítica de Marx a la tradición individualista, en la medida en que su método de análisis parte del individuo en su estado natural y no en su condición de sujeto histórico, miembro de una sociedad en un momento histórico concreto. A partir de esto, intentamos un esbozo del materialismo dialéctico como método de análisis científico capaz de acompañar el desarrollo de la humanidad en su sentido histórico más profundo [1].
El individuo aislado, en su estado natural, que es el punto de partida analítico de la tradición de pensamiento del siglo XVIII fue introducida por Proudhon y otros economistas en el análisis de la economía moderna, universalizando las relaciones sociales de este modo de producción. Frente a esta visión Marx sostiene que los individuos no producen aisladamente, sino en sociedad, por lo tanto, esta producción no es universal, pues está socialmente determinada. Es por ello que a partir del análisis de la producción en su sentido más abstracto, o producción en general (producción en sí- distribución- cambio-y consumo), pasamos al análisis de dos procesos claves en el planteamiento marxista: 1. el proceso del trabajo, en cuyo marco se genera la plusvalía, y 2. el proceso del capital, en tanto dinero que se acrecienta a sí mismo. Estos dos aspectos del mismo proceso, la producción, constituyen dimensiones que se determinan y contradicen mutuamente.
Marx parte de una profunda crítica a las concepciones individualistas que surgen a partir del XVII, que consideran como punto de partida en el análisis al hombre en su estado natural, independiente de su contexto social e histórico y cuya dinámica está definitivamente marcada por la ley natural que no es otra cosa que una proyección de la ley divina.
Esta postura va desde los planteamientos más radicales, como el caso de Hobbes, que señala que el hombre, como ser inteligente, es igual a los demás hombres respeto a capacidades intelectuales y físicas, por lo tanto, tiene condiciones de apropiarse de los frutos de la naturaleza. El hombre, por naturaleza, buscará ejercer ilimitadamente su libertad, apropiándose de todo aquello que le sea posible sin tener en cuenta a los demás hombres, siendo capaz de agredir a los otros para lograr su cometido. Esta agresión puede llevar a la muerte, y es justamente este miedo a la muerte, y especialmente a la muerte violenta, que permite que los hombres, a través de un instinto de conservación, sean capaces de renunciar a esta libertad ilimitada, para otorgar parte de la misma al Estado. Esta cesión de parte de su libertad al Estado constituye un contrato social entre los hombres, generando las bases para la organización social moderna.
Rousseau, partiendo del mismo principio de la necesidad del Estado como instancia mediadora que permita la convivencia entre los hombres, sostiene, a diferencia de Hobbes, que el hombre es por naturaleza desigual. Existe entonces una desigualdad natural que tiene que ver con condiciones físicas y espirituales; y una desigualdad creada por el propio hombre: la desigualdad económica y la desigualdad política. Esta tiene su origen en la existencia de la propiedad privada, que es el “motor histórico del mal social y de la lucha de clases”. En El Contrato Social Rousseau busca reformular la sociedad y crear un nuevo orden, pasando de la selva y el primitivismo, a la ciudad y al estado de derecho.
Para Locke, el hombre en su estado natural se encuentra en una situación de libertad para ordenar sus acciones y posesiones según lo crea conveniente, sin existir ningún poder sobre la tierra capaz de someterlo. Este hombre, al ser dueño de su cuerpo, sus manos y su trabajo, al aplicar estas condiciones a la naturaleza, se apropia legítimamente de ella, generando valor y elevando la productividad de la naturaleza en su estado salvaje. De esta forma, la propiedad es fuente de valor y de riqueza. Por lo tanto, la razón social del Estado consiste en la protección de la apropiación privada de la riqueza, en la medida en que esta apropiación constituye fuente de riqueza y bienestar para las naciones.
Como vemos, el individuo en tanto sujeto que posee, en primer lugar a sí mismo y sus capacidades y luego todo tipo de bienes, es el eje de la tradición individualista, al margen de un tiempo histórico o un determinado nivel de desarrollo social, donde la organización social es un punto de llegada. Macpherson [2] propone que la principal dificultad de la moderna teoría liberal-democrática radica en su cualidad posesiva, que concibe al individuo esencialmente propietario de su propia persona sin deber nada a la sociedad por ello. Esta relación de propiedad al convertirse en fundamental para un número cada vez mayor de personas y que al mismo tiempo determinaba la libertad real del individuo y la perspectiva de realizar sus potencialidades plenas, era vista como condición natural del individuo.
La propuesta metodológica de Marx representa una ruptura radical con esta perspectiva, pues para él, el hombre es el producto de una sociedad, de un modo de producción en un momento histórico determinado, y no puede, sin peligro de caer en graves distorsiones, ser pensado al margen de este contexto histórico. en este sentido el hombre es un producto histórico, que a su vez, es capaz de transformar las sociedades y crear nuevos procesos históricos, generando hombres distintos del estadio anterior.
2.1. LA DIALÉCTICA DE MARX
Marx critica el método tradicional que siguió la economía política del siglo XVII, en la medida que partió de conceptos generales para el análisis de la economía y las sociedades. Conceptos como por ejemplo, Población. Teniendo una representación caótica del conjunto, era necesario llegar a través de un esfuerzo analítico a conceptos más simples. De este concreto representado (población) se llegaría entonces a abstracciones cada vez más sutiles, hasta alcanzar las determinaciones más simples. Esto delineaba un camino deductivo, de lo más general a lo más concreto.
Sin embargo, se hacía necesario emprender el camino de regreso: de las abstracciones más simples a lo “concreto representado”, con lo cual, aquellas representaciones ya no serían una representación caótica, sino una rica totalidad con múltiples determinaciones y relaciones. Este último camino, de lo concreto a lo abstracto, es el método científico que Marx considera correcto, pues lo concreto es tal porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, la unidad de lo diverso. Aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, no como punto de partida, aunque sea “el verdadero punto de partida”, y, en consecuencia, el punto de partida también de la intuición y de la representación.
El método dialéctico consiste en pasar de lo real concreto, es decir, la sociedad en tanto existencia externa; a lo real representado , que no es otra cosa que representaciones abstractas. Luego, a partir de este concreto representado, se emprende el camino de regreso a un nuevo universo concreto, que ya no es el mismo real concreto inicial, sino que se ubica en un nivel de desarrollo más alto, para luego generar nuevas abstracciones o concretos representados que construirán nuevas universales concretos en un movimiento permanente de espiral, donde se pasa de lo concreto A a lo abstracto y de lo abstracto a un concreto B.
Esto pone en evidencia la condición histórica de las relaciones sociales y las condiciones materiales de vida pues la naturaleza no es la misma en todos los tiempos, sino que el hombre es capaz de aprehenderla y transformarla, creando nuevas realidades, las mismas que producirán condiciones para nuevas interpretaciones y así sucesivamente, en un movimiento permanente de desarrollo de la humanidad, sus formas de organización, de producción así como de sus maneras de apropiación de la realidad y de producir conocimiento.
3. EL PROCESO DE PRODUCCIÓN
Los individuos producen en sociedad, por lo tanto, la producción está socialmente determinada. Este es el punto de partida para el análisis. Cuando se habla de producción, se está hablando siempre de producción en un estadio determinado del desarrollo social. Todas las épocas de la producción tienen ciertos rasgos en común, ciertas determinaciones comunes. La producción en general es una abstracción que tiene sentido en tanto pone de relieve lo común.
Ninguna producción es posible sin un instrumento de producción, aunque este instrumento sea sólo la mano. Tampoco es posible sin trabajo pasado acumulado, aunque éste sea sólo la destreza que el ejercicio repetido ha desarrollado y concentrado en las manos del salvaje.
La producción es siempre una rama particular de la Producción en general (abstracta). La relación de las determinaciones generales de la producción en un estadio social dado, con las formas particulares de la producción es objeto de análisis de la economía política, al igual que la producción de ramas particulares de la economía.
No se trata entonces, de presentar la producción como regida por leyes eternas de la naturaleza, independientes de la historia, pues esta ocasión sirve para introducir subrepticiamente las relaciones burguesa como leyes naturales e inmutables (tal es el caso de Locke, por ejemplo).
Toda producción es apropiación por parte de los individuos a través formas diferentes en cada sociedad. Es una tautología decir que la propiedad es una condición de la producción, así como tampoco tiene sentido establecer como condición de la misma una forma específica de propiedad, por ejemplo, la propiedad privada. Por el contrario, la historia demuestra que es más bien la propiedad común, la forma primigenia.
Cada forma de producción engendra sus propias instituciones jurídicas, su propia forma de gobierno, etc. Para Marx, la incomprensión de esto consiste en no relacionar sino fortuitamente fenómenos que constituyen un todo orgánico, y ligarlos a través de un nexo reflexivo. Resumiendo entonces: todos los estadios de la producción tiene caracteres comunes que el pensamiento fija como determinaciones generales, pero las llamadas “condiciones generales” de toda producción no son más que esos momentos abstractos que no permiten comprender ningún nivel histórico concreto de la producción.
En la Producción los miembros de la sociedad hacen que los productos de la naturaleza resulten apropiados a las necesidades humanas; la distribución determina la proporción en que el individuo participa de estos productos; el cambio le aporta los productos particulares por los que él desea cambiar la cuota que le ha correspondido a través de la distribución; finalmente, el consumo de productos se convierte en objeto de disfrute individual. La producción aparece así como el punto de partida, el consumo como punto terminal, la distribución y el cambio como puntos intermedios. Producción, distribución, cambio y consumo forman así un todo: la producción es el término universal, la distribución y el cambio son términos particulares y consumo es el término individual, singular.
La producción está determinada, entonces, por leyes generales de la naturaleza; la distribución resulta de la contingencia social y por ello puede ejercer sobre la producción una acción más o menos estimulante; el cambio se sitúa entre las dos como un movimiento formalmente social, y el acto final del consumo es concebido no solamente como término, sino como objetivo final, que se sitúa fuera de la economía, salvo cuando a su vez reacciona sobre el punto de partida e inaugura nuevamente un proceso.
4.1 CONSUMO Y PRODUCCION
La producción es también inmediatamente consumo. Doble consumo, subjetivo y objetivo: el individuo que al producir desarrolla sus capacidades, las gasta también, las consume en el acto de la producción. De las misma manera que la reproducción es el consumo de las fuerzas vitales; los medios de producción se consumen al ser empleados en la producción y se disuelven, en parte, en los nuevos productos. Un ejemplo de este proceso son las materias primas que se consumen para transformarse, la combustión, etc. Por lo tanto, el acto mismo de producción es, en todos sus momentos, un acto de consumo.
Se puede decir entonces que sin producción no hay consumo, pues el acto de producir es una acto mismo de consumo, y por otro lado, sin consumo no hay producción, pues para que un producto tenga razón de ser, y se haga producto en sí mismo, tiene que ser consumido, ya que éste es su fin último.
Existe entonces una mutua interdependencia entre Producción y Consumo:
I - La producción es consumo (en tanto gasta los medios de producción en el proceso) y el consumo es producción, pues el hombre, al consumir se está reproduciendo a sí mismo.
II - El Consumo crea producción: pues el consumo crea el objeto de la producción en tanto finalidad. El producto se hace tal en tanto sea consumido. Por otro lado, el consumo crea el impulso y la necesidad de una nueva producción, y crea también los modos de consumo. Marx pone el ejemplo de que no es lo mismo consumir carne cruda con uñas y dientes, que carne guisada con cubiertos de plata.
La identidad entre la producción y el consumo surge así de manera triple:
- La identidad inmediata: que se refiere a la producción consumidora o reproducción, y el consumo productivo.
- Ambos son medios para el otro: esto se manifiesta como dependencia recíproca aunque permanezcan exteriores entre sí. Sin consumo no hay producción y sin producción no hay consumo. La producción crea el material de consumo como objeto exterior y el consumo crea la necesidad como objeto interno, lo que sería la finalidad de la producción.
- La producción es el consumo que al realizarse crea el otro y se crea en tanto otro. Es decir, el consumo realiza plenamente el producto-producción y le da un carácter acabado. De este modo la producción engendras consumo, crea el modo de consumo, el atractivo del consumo y la capacidad de consumo convertida ahora en necesidad.
4.2 DISTRIBUCION Y PRODUCCION
La organización de la distribución está totalmente determinada por la organización de la producción, pues ésta no es otra cosa que la proyección de la producción en tanto distribución de la propiedad privada de los medios de producción.
La distribución es ella misma un producto de la producción, no sólo porque se refiere al objeto, es decir, los productos resultados de la producción, sino porque se refiere también al modo en que la participación en la producción determina la participación en la distribución.
Cuando se consideran sociedades globales, la distribución parece, desde cierto punto de vista, preceder y determinar la producción como un hecho pre-económico. La conquista, la revolución y la legislación configuran formas de repartir la propiedad y determinan la producción. Mientras tanto, en todos los casos, el modelo de producción es determinante para que la nueva distribución se establezca.
4.3 CAMBIO Y CIRCULACIÓN
El cambio es sólo un momento mediador entre la producción y la distribución que ella determina, por un lado, y el consumo, por otro. El consumo, al aparecer también en un momento de la producción, incluye el cambio en la producción, como uno de sus momentos. El cambio de los productos es un medio para suministrar el producto acabado, preparado para el consumo inmediato.
4.4 LA SÍNTESIS
Para Marx, estas categorías constituyen articulaciones de una totalidad. En esta articulación la producción trasciende más allá de sí misma en la determinación opuesta de la producción y más allá de otros momentos. A partir de ella, el proceso siempre recomienza nuevamente. La producción, bajo su forma unilateral está determinada por otros momentos. Entre los diferentes momentos tiene lugar una acción recíproca, que ocurre siempre en todos los conjuntos orgánicos. Producción, distribución, intercambio y consumo constituyen, así, articulaciones de una totalidad, diferenciaciones de una unidad, y es en este sentido que deben ser analizadas en cada momento histórico socialmente determinado.
5. EL PROCESO DE TRABAJO Y LA GENERACIÓN DE LA PLUSVALÍA
Cuando Marx analiza el proceso del trabajo parte de la siguiente antítesis: La disociación entre la propiedad y el trabajo es ley necesaria en el intercambio. El trabajo puesto como no-capital es trabajo no objetivado (es no-materia prima, no-instrumento, no-producto), representa la miseria absoluta como objeto y por otro lado, es la posibilidad universal de la riqueza como sujeto y como actividad (en su relación con el capital) . Ambos lados de la tesis contradictoria se condicionan mutuamente.
5.1 RELACIÓN CAPITAL-TRABAJO
En esta relación el trabajo es el valor de uso del capital mismo (trabajo en general), constituyéndose en la actividad que conserva y aumenta el capital como valor real y eficaz. Mediante el intercambio con el obrero, el capital se ha apropiado del trabajo.
Con el trabajo como actividad, el trabajo objetivado tiene solamente dos relaciones; la de materia prima y la de instrumento de trabajo. Frente a ellos, el producto se presenta como cualitativamente diferente y es producto no sólo como trabajo realizado con el instrumento sobre la materia, sino como primera objetivación del trabajo paralelamente a ellos, a pesar de que, como componentes del capital, ambos son ya trabajo objetivado, es decir, resultado de trabajo anterior.
El proceso entero se presenta como consumo productivo: la materia prima se consume al ser modificada por el trabajo, el instrumento de trabajo se consume al ser desgastado y el trabajo mismo es consumido al ser aplicado, con lo cual se gasta cierta cantidad de fuerza muscular del obrero, agotándolo. Los tres momentos del proceso convergen en un solo resultado neutro, el producto como valor de uso. Este aspecto es clave para determinar el paso de la relación M-D-M (mercancía-Dinero-Mercancía) a D-M-D’ (Dinero-Mercancía- Dinero incrementado).
I - Por medio de la apropiación, es decir, de la incorporación del trabajo al capital, éste se transforma en proceso de producción, en el cual el capital se relaciona consigo mismo como trabajo objetivado y por lo mismo, como objeto de trabajo (dinero que compra fuerza de trabajo).
II - En la circulación simple, mercancía y dinero eran una y otro expresiones del valor de cambio (universal y particular). Pero en el proceso de producción el capital en cuanto sustancia se distingue de sí mismo en cuanto forma. El capital es ambas determinaciones a y la vez la relación de ambas entre sí. Esto es;
III - El capital se presenta bajo dos momentos: el sustancial que se divide en materia (materia prima e instrumento) y forma (trabajo), y como relación entre ambos.
En el proceso de producción simple el capital no se presenta como proceso de producción del capital sino como proceso de producción sin más ni más, como sujeto pasivo. A diferencia del trabajo, el capital se presenta simplemente como la determinación sustancial entre materia prima e instrumento de trabajo (“la relación consiste en la relación sustancial de uno de sus elementos con el otro, pero no su propia relación con ambos”). Al término del proceso no puede surgir nada que al principio del mismo no apareciera como condición. Aquí el capital no es productivo.
Como valor de uso, el trabajo existe únicamente para el capital, siendo la actividad mediadora a través del cual el capital se valoriza. El capital, en la medida en que reproduce y aumenta su valor, es el valor de cambio autónomo (dinero) como proceso [3]. Para el obrero el trabajo no existe como valor de uso sino como valor de cambio, intercambiable por dinero como cualquier otra mercancía. El valor de cambio de la fuerza de trabajo del obrero está determinado por la cantidad de trabajo objetivado requerido para reproducir su capacidad de trabajo, su constitución corporal misma, o lo que es lo mimo, su supervivencia.
El obrero cambia el trabajo como valor de cambio simple, predeterminado por un proceso pasado. El capital cambia el trabajo como trabajo vivo, como actividad acrecentadora de riqueza. El obrero no puede enriquecerse mediante este intercambio. Por el contrario, tiende a empobrecerse, ya que la fuerza creadora de su trabajo, en cuanto fuerza del capital, se establece frente a él como poder ajeno. El capital a la inversa, se valoriza a sí mismo mediante la apropiación del trabajo ajeno. Esta relación de realiza solo en el acto mismo de la producción. En este sentido entonces, el capital es la antítesis del obrero.
El trabajo solo es productivo en su incorporación al capital, con lo cual, el capital se constituye en fundamento de la producción y el capitalista en el dirigente de la misma. Como actividad del obrero nunca llega a ser productivo, sino solo formalmente modificado (proceso simple de circulación).
La autovaloración implica tanto la conservación del valor propuesto como la reproducción del mismo.
Desde el punto de vista de la forma, el capital no consiste en objetos de trabajo y trabajo, sino en valores y más exactamente en precios, sin importar las sustancias que asuma en el proceso de producción.
Para Marx no tiene sentido explicar el proceso productivo como un simple proceso de reproducción del capital, pues ello sería una simple modificación material, y no económica, que contradiría su definición y no conduciría a nada, ya que al final no haría más que presentar una suma idéntica de dinero, e inclusive se habría corrido el riesgo de salir perdiendo y por lo tanto desvalorizando el capital.
En este esquema, el valor del producto es: el valor de la materia prima + el valor del desgaste del instrumento de trabajo + el valor del trabajo; se presupone, además, que el obrero recibe por su trabajo el mismo valor que produce. El precio del producto es igual a los costos de producción por lo tanto, el aumento del valor de cambio sería imposible. Además, el capitalista tiene que vivir, y para eso tendría que consumir parte de su capital, con lo cual estaría condenando a la desaparicón paulatina del mismo, además de convertir su fución en algo inútil, que lo haría prescindible en el proceso productivo. Esta claro entonces que el capital que sólo pudiera conservar su valor, enrealidad no lo conservaría.
El interés por el capital prestado se incluye directamente entre los gastos del capitalista y se presenta nuevamente en la determinación de mercancía, diferente de todas las demás: el capital como tal. Sin embargo, el propio interés implica que el capital surge de la producción como plusvalía, de la cual el interés es sólo una forma.
El tiempo de trabajo objetivado en el capital se presenta en calidad de suma de tres elementos: a) el tiempo de trabajo objetivado en la materia prima, b) el tiempo de trabajo objetivado en el instrumento, c) el tiempo de trabajo objetivado en el precio del trabajo.
Es en el tercer elemento que Marx encuentra los fundamentos de la plusvalía como característica inherente el capital. El capital intercambia c) una determinada cantidad de trabajo objetivado, por un elemento cualitativamente diferente: una determinada cantidad de trabajo vivo. Si el tiempo de trabajo vivo reprodujera únicamente el trabajo objetivado, solo se habría intercambiado el valor de cambio de una por el valor de cambio de otra, y no se habría operado como capital.
En el intercambio entre el capital y el trabajo, cuyo resultado es el precio de trabajo, el capitalista recibe más valor del que dio, mientras que el obrero recibe unicamente el valor de cambio necesario para conservar su condición vital. El valor de cambio que se le ha pagado lo deja en poseción del mismo valor de cambio que tenía previamente.
La plusvalía es el valor por encima del equivalente y está de terminada por el trabajo excedente del cual se apropia el capital. Si el obrero necesita para vivir un día entero solo la mitad de la jornada de trabajo, el capitalista se apropia mediante el intercambio, de la otra mitad.
Para comprender mejor cómo se genera la plusvalía, trabajemos el siguiente esquema: dado un incremento de las fuerzas productivas al doble (la misma jornada de trabajo rinde un valor de uso doble), el obrero sólo tendría que trabajar la cuarta parte de la jornada para su autosubsistencia diaria. El capitalista solo tendría que darle al obrero ¼ de dia de trabajo en el intercambio, aumentando su plusvalía en de ½ a ¾. De este modo, el capitalista solo tendría que hacer trabajar al obrero ¾ de día para agregar al capital la misma plusvalía de ½ de trabajo objetivado. Sin embargo, esto no ocurrirá, pues el capital es la tendencia permanente de crear más plusvalía y su límite cuantitativo es sólo la barrera natural. Ahora el obrero tendrá que trabajar ¾ de día para el capital mientras antes solo tenía que trabajar ½ día.
La plusvalía no aumenta en la misma proporción numérica que las fuerzas productivas. El multiplicador de la fuerza productiva es el divisor de la relación originaria (proporción entre el día entero de trabajo y la parte del mismo necesaria para mantener al obrero). De ahí que, cuanto más desarrollado ya sea el capital, cuanto más plusvalía haya creado, tanto más formidable tendrá que desarrollarse la fuerza productiva para valorizarse a sí mismo en ínfima proporción, es decir, para agregar plusvalía. La autovaloración se vuelve más difícil en la medida en que ya está valorizado.
Marx trabaja el siguiente ejemplo:
Si el trabajo necesario fuera de 1/100 y la fuerza productiva se triplicara, el trabajo sólo se reduciría a 1/3000 y el plustrabajo sólo habría crecido en 2/3000. Esto no ocurre porque haya crecido el salario o la participación del trabajo en el producto, sino porque el salario ha descendido ya muy profundamente en proporción al producto del trabajo vivo.
Entonces, el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, es condición necesaria del crecimiento del valor o la valorización del capital. Como impulso incesante de enriquecimiento, el capital tiende a un crecimiento ilimitado de las fuerzas productivas del trabajo. Por otra parte, todo incremento de las fuerzas productivas, es un incremento de las fuerzas productivas del capital, y es solamente fuerza productiva del trabajo en la medida en que es fuerza productiva del capital.
El incremento de la fuerza productiva no aumenta los precios, sino que incrementa la proporción de valor que corresponde al capital en la misma medida en que disminuye el valor del trabajo. La cantidad de trabajo necesario disminuye y por lo tanto aumenta el plustrabajo relativo.
Todo aumento de la masa de capital aplicado puede aumentar la fuerza productiva no solo en una proporción aritmética, sino geométrica, mientras que sólo puede acrecentar en un valor mucho menor al beneficio, en cuando incrementador de la fuerza productiva. Entonces, el efecto que el aumento del capital ejerce en el aumento de la fuerza productiva es infinitamente superior al que el aumento de la fuerza productiva ejerce sobre el crecimiento del capital.
De esta forma, una parte mayor de los valores de cambio se consolida como valor de cambio en lugar de desaparecer en el valor de uso. Crear un capital mayor significa crear un valor de cambio mayor, aunque el valor de cambio en su forma inmediata no haya sido aumentado por el incremento de la productividad, lo ha sido en su forma potenciada como capital.
En este proceso de valorización, se libera una parte de valor de cambio que no existe como equivalente de valores de cambio existentes, ni de tiempo de trabajo existente. Si esta parte se intercambia por valores de cambio existentes, no les da un equivalente, sino más de un equivalente. Este valor de cambio liberado, con el cual se ha enriquecido la sociedad, solo puede ser dinero, en cuyo caso se ha aumentado la forma abstracta de la riqueza. De forma dinámica, esto se puede lograr: al promover una nueva rama de la producción, ampliación del comercio, es decir, ampliando el nuevo círculo de los valores de cambio.
El trabajo agrega valores a valores ya existentes, es decir, el obrero no ha creado el tiempo de trabajo objetivado que se contiene en la materia prima y el instrumento de producción, no le costó trabajo alguno. Para él, la existencia de estos elementos de la producción son condición de su trabajo, y en tal sentido incumben al capitalista. De ésta manera, el obrero reproduce estos valores que sin el trabajo se descompondrían, pero a la vez, el trabajo sin ellos sería infructuoso. El viejo valor de la materia prima y el instrumento de trabajo se mantiene porque se les añade valor nuevo. Esta conservación de valor no le cuesta nada al capitalista. El producto contiene además de su valor nuevo, valor viejo.
6. EL CAPITAL
6.1 CIRCULACIÓN DEL CAPITAL, CIRCULACIÓN DEL DINERO Y CREACIÓN DE VALOR
Para Marx, en la circulación del capital el punto de partida está puesto como punto de retorno y el punto de retorno como punto de partida. El capitalista es al mismo tiempo punto de partida y retorno, pues intercambia dinero por las condiciones de producción, produce, valoriza el producto, lo transforma en dinero y recomienza el proceso. La circulación monetaria sigue una trayectoria y las circunstancias que la aceleran o retardan son impulsos externos. La circulación supone la interacción de varios capitales en las diferentes ramas de la industria, ya que, lo que para un capitalista es materia prima, es el producto del otro; el instrumento de uno, es el producto del otro y puede incluso servir de materia prima para la producción de otro instrumento. Queda evidente entonces que lo que para el capital individual aparecía como supuesto, como valor constante, no es otra cosa que la presuposición del capital por el capital, de manera que los capitales en las diversas ramas de la industria se ponen alternativamente como supuesto y condición.
El capital se modifica cualitativamente en la circulación, y la totalidad de los momentos de su circulación son momentos de su producción: tanto de su reproducción como de su producción inicial. En su circulación, el capital se amplia a sí mismo y a su trayectoria. En este sentido, representa su crecimiento y su proceso vital.
Considerando la circulación del capital como un todo, pueden distinguirse dos grandes momentos: el proceso de producción y la circulación misma.
I. El proceso de producción. la mayor o menor permanencia del capital en la esfera del proceso productivo depende de las condiciones tecnológicas de éste y coincide directamente con el desarrollo de las fuerzas productivas. Si se tiene en cuenta que con respecto al capital individual, la parte del mismo que constituye la materia prima y el instrumento, es el producto de un capital ajeno, se aprecia que la velocidad con la que puede renovarse el proceso de producción está determinada por el desarrollo de las fuerzas productivas en todas las demás ramas de la industria.
II. La circulación misma. Es el lapso que transcurre desde el capital ya transformado en producto hasta su transformación en dinero. De la velocidad con que se da esta parte del proceso depende la cantidad de veces que, en un tiempo dado, el capital puede recomenzar el proceso de producción, de autovaloración. (Dadas condiciones de producción iguales, la velocidad de la circulación suple la masa de del capital. La ganancia de un capital A que representa la cuarta parte de otro B, pero que tiene una rotación 4 veces mayor a B en un determinado período de tiempo y con una tasa de beneficio similar, es igual o mayor que la ganancia de B, ya que el capitalista tiene la posibilidad de re-invertir la plusvalía en cada proceso)
Considerando el proceso de producción y el proceso de circulación como dos grandes momentos, cada una se escinde a su vez en dos, pudiendo partir ya sea de circulación o de la producción, pues la circulación misma es un momento de la producción, ya que gracias a ella el capital se vuelve capital. La producción no es más que un momento de la circulación, en la medida en que esta misma se considera como conjunto del proceso de producción. Es así que se distinguen 4 momentos diferenciados: I. El proceso real de producción, II Transformación del producto en dinero, III Transformación del dinero en materia prima, medios de trabajo y trabajo, IV Intercambio de una parte del capital por capacidad viva de trabajo.
Analicemos aquí el segundo momento: la transformación del producto en dinero.
La diferencia en la rotación del capital, en el sentido de II, no depende ni de una mayor dificultad en el intercambio con el trabajo, o un retraso debido a una presencia no simultánea de materia prima e instrumento, ni de la diferente duración del proceso productivo, sino de mayores dificultades en la valorización. Esta dificultad podría tener que ver con la mayor lejanía del mercado en el espacio y por consiguiente, en un retorno más tardío; de la mayor distancia espacial que debe recorrer, luego del proceso de producción, el capital para valorizarse, para intercambiarse como M por D.
En este sentido, estamos ante un movimiento en el espacio. El mejoramiento de los medios de transporte y comunicación cabe en el desarrollo de las fuerzas productivas en general. Si se toma como ejemplo un mismo capital que produzca y transporte, ambos actos quedarían incluidos en la producción inmediata, y la circulación, entendida como la transformación en dinero tan pronto el producto adquiere su forma última para el uso, solo comenzaría después de llegar a su lugar de destino. En este sentido, es lo mismo que “A” requiera 100 táleros más que “B” de medios de producción o que necesite 100 táleros más para llevar su producto al lugar de destino, ya que en ambos casos, se utiliza más capital fijo que se consume en la producción inmediata, respecto del capital circulante.
En la medida en que la circulación misma trae aparejados costos, en la medida en que requiere plustrabajo, aparece ella misma como incluida en el proceso de producción, apareciendo así como momento inmediato de la producción. En la producción orientada directamente al uso y que no intercambia más que el excedente, los costos de circulación sólo afectan el excedente. Cuanto más se funda la producción en el valor de cambio, y por lo tanto, en el intercambio, más importante se vuelve para ella las condiciones físicas del intercambio: los medios de comunicación y de transporte. En la medida en que el capital tiende a superar toda barrera espacial, la creación de las condiciones físicas del intercambio, se convierte para él en una necesidad: la anulación del espacio por el tiempo. La producción de medios de producción más baratos se convierte en condición de la producción capitalista, y por consiguiente, éste se lleva a cabo.
Las vías de comunicación estuvieron a cargo originariamente de la entidad comunitaria, y más tarde, de los gobiernos, como simples deducciones de la producción, derivando del plus-producto colectivo del país, sin constituir una fuente de riqueza, es decir, sin cubrir sus costos de producción (en las entidades autosuficientes no existía necesidad de caminos). Para que el capital singular se haga cargo de esa tarea, es decir, de crear las condiciones del proceso de producción inmediato que quedan fuera del mismo, es necesario que el trabajo se valorice.
Para que el capitalista emprenda la construcción vial como negocio, a costas suyo, se requiere que el modo de producción fundado en el capital se haya desarrollado hasta su más alto nivel. Primero: se da por supuesta la magnitud del capital concentrado en sus manos, como para emprender trabajos de tales proporciones y de rotación y valorización tan lentas. Segundo, se exige de él que reditúe intereses, no necesariamente beneficios. Tercero, que el precio que se exija por el uso del camino valga tanto valor de cambio para los productores, o suministre tal fuerza productiva que les permita pagarla tan cara. Cuarto: que ha de gastarse en estos artículos de locomoción una parte de los réditos obtenidos por la riqueza que los aprovecha.
El capital en cuanto tal, no producirá caminos sino cuando la producción de estos se convierta en una necesidad para los productores y, en especial, para el capital productivo mismo, lo cual es una condición para la obtención de beneficios por el capitalista. Entonces también el camino será rentable. Esto supone, por un lado, que la riqueza del país esté suficientemente concentrada y transmutada en la forma de capital, y por otro lado, la masa de tráfico debe ser suficiente y la barrera constituida por la falta de medios de comunicación se sienta suficientemente como para que el capitalista emprenda tal tarea.
Si la ventaja inmediata que deriva de la producción de medios de comunicación es exigua, el capital hecha la carga sobre los hombros del Estado. Mientras que el capital no adopta la forma de sociedad por acciones, busca siempre solo las condiciones particulares de su valorización, las colectivas las transfiere al país entero en calidad de necesidades nacionales, aún cuando estas se presenten también como condiciones generales de la producción. El capital solo acomete empresas ventajosas desde su punto de vista.
Un camino puede acrecentar las fuerzas productivas de tal manera que cree un tráfico gracias al cual pase a ser rentable. Pueden haber trabajo e inversiones que sean necesarios sin ser productivos en el sentido del capital (sin que el plustrabajo contenido en ellos se realice como plusvalor en la circulación). El más alto desarrollo del capital ocurre cuando las condiciones generales del proceso social de producción del capital no se crean a partir de una deducción de los impuestos estatales, donde es el rédito social y no el capital el que aparece como fondo de trabajo, sino a partir del capital en cuanto tal.
Y aquí llegamos a un punto clave para nuestro análisis, pues ello revela el grado en que el capital ha sometido a su dominio todas las condiciones de producción social, y por otro lado, en qué medida está capitalizada la riqueza social reproductiva y se satisfacen todas las necesidades bajo la forma de intercambio. En este sentido, las necesidades del individuo, puestas como sociales no sólo se satisfacen socialmente, sino que son producidas en el intercambio.
Además, para que el capital emprenda la construcción del camino está presupuesto no solo que se pagará el tiempo de trabajo necesario, sino también el plustrabajo, es decir, el beneficio (aranceles proteccionistas, monopolios, coerción estatal), mientras los actores individuales del intercambio, en un régimen de libre cambio, pagarían a lo sumo el trabajo necesario. El trabajo puede ser necesario y no ser productivo, en consecuencia, todas la condiciones generales de producción, mientras no sean creadas por el capital en cuanto tal y bajo sus condiciones, se pagan con una parte del rédito nacional, y los obreros no se presentan como trabajadores productivos, aunque aumenten la fuerza productiva del capital.
La circulación se efectúa en el espacio y en el tiempo. La condición espacial, el transporte del producto al mercado forma parte del proceso mismo de producción. El producto no se encuentra realmente terminado hasta que no se encuentre en el mercado, lo cual constituye una condición necesaria para su circulación. Este momento espacial es importante en la medida en que guarda relación con la expansión de mercado y la constitución del mercado mundial. La reducción de los costos de esta circulación real forma parte del desarrollo de las fuerzas productivas. El momento temporal representa el tiempo que insume la conversión de la mercancía en dinero, es decir, el tiempo durante el cual la mercancía se mantiene como tal. La reducción de este tiempo es también parte del desarrollo de la fuerza productiva.
La ininterrumpida continuidad del proceso en el que el valor pasa de una forma a otra, o de una fase del proceso a otra, aparece como condición fundamental de la producción basada en el capital, en un grado diferente a todas las formas de producción anteriores. La condición contingente de que esta continuidad se produzca o no, se suprime a través del crédito, que no aparece en formas de producción anteriores al capitalismo.
El capital esta puesto, ahora, como valor en cada uno de los momentos en los cuales se presenta (ya sea como dinero, mercancía, valor de uso, valor de cambio) y no solo se conserva en esta metamorfosis, sino que se valoriza, como valor que se relaciona consigo mismo en cuanto valor. Está puesto de este modo como capital circulante, es decir, en cada momento es capital y circula de una determinación a otra.
La cantidad de productos que se pueden producir en un espacio de tiempo dado, la frecuencia con que un capital puede valorizarse en un espacio de tiempo dado, con que puede reproducir y multiplicar su valor dependerá de la velocidad de su circulación. Este es un momento de la determinación del valor que no deriva de la relación directa entre el trabajo y el capital. La proporción en la cual un mismo capital, en un dado espacio de tiempo puede repetirse, constituye una condición que no ha sido puesta directamente por el proceso productivo. El tiempo de circulación del capital, interviene como momento de la creación de valor.
Si el tiempo de trabajo se presenta como la actividad que pone valor, el tiempo de circulación del capital aparece como el tiempo de la desvalorización. El máximo de valorización en el proceso productivo está constituido por la mayor cantidad posible de plus-trabajo con respecto al trabajo necesario, mientras que en la circulación, la valorización máxima está representada por la mayor cercanía del tiempo de circulación igual a cero. Por lo tanto, el tiempo de circulación es un elemento de desvalorización.
En síntesis, el tiempo de circulaciónse se presenta como barrera, como límite, a la productividad del trabajo, como aumento del tiempo de trabajo necesario, como merma del tiempo de plus-trabajo, como merma del plus-valor, como freno al proceso de valorización del capital. Por lo tanto, mientras que el capital por un lado debe tender a arrasar toda la barrera espacial opuesta al tráfico y a conquistar toda la Tierra como su mercado, por otro lado, tiende a anular el espacio por medio del tiempo, es decir, a reducir al mínimo el tiempo que insume el movimiento de un lugar a otro. Cuanto más extenso el mercado, mayor la tendencia a anular el espacio a través del tiempo.
La reducción del tiempo de circulación de capital consiste en parte en la creación de un mercado de naturaleza continua y en permanente expansión. Esto representa una tendencia civilizadora que solo es propia al capital, a diferencia de todas las condiciones anteriores de producción.
La circulación de capital es realizadora de valor, así como el trabajo vivo es creador de valor. El tiempo de circulación no es más que una barrera a esta realización de valor y por lo tanto, a al creación de valor. Una barrera específica que no surge de la producción en general, sino de la producción de capital, y cuya abolición significa el desarrollo específicamente económico del capital, dando impulso al crédito, etc.
De la relación existente entre el tiempo de circulación y el proceso de producción se deduce que la suma de valores producida, o la valorización total del capital en una época dada, no está determinada simplemente por el nuevo valor que se crea en el proceso de producción, o por el plus-tiempo que se realiza en el proceso de productivo, sino por el plus-tiempo multiplicado por el número de veces que se puede repetir el proceso de producción del capital en un determinado espacio de tiempo. Este número puede ser considerado como coeficiente del proceso de producción, determinado negativamente por la velocidad de la circulación. Es decir, si la velocidad de circulación fuera absoluta, que significa que el proceso de producción no experimentara ninguna interrupción debido a la circulación, aquel coeficiente sería el máximo. Por lo tanto, si la circulación no causa detención alguna, su velocidad sería absoluta y su duración igual a cero. El crédito salvaguarda esta continuidad, siempre y cuando existan todas las demás condiciones de esa continuidad (existencia del capital por el cual se ha de intercambiar, etc).
7. A MANERA DE CONCLUSION
Se hace necesario, hasta aquí, hacer un balance de todo lo expuesto anteriormente, intentando integrar los diferentes elementos de la producción como proceso. Veamos entonces:
La producción, distribución, cambio y consumo forman un conjunto articulado de determinaciones sincrónicas y diacrónicas, donde la producción establece determinaciones materiales, el consumo establece determinaciones tendenciales, la distribución determinaciones práctico-políticas y el intercambio determinaciones económicas [4]. Marx analiza la producción a partir de diferentes niveles de abstracción: 1. Producción en general, que representa el nivel más alto de abstracción que permite entender todos los modos de producción y al mismo tiempo no analiza ningún modo de producción de manera concreta; 2. La producción concreta, en tanto rama particular de la producción; 3. la producción como totalidad concreta, es decir, la totalidad de la producción en una época dada. Del análisis dialéctico de estos tres niveles de abstracción surgen diversas determinaciones:
I - Producción-Consumo:
- Determinación material de la producción sobre el consumo, que se expresan en los modos de consumo, tipos de necesidades.
- Determinación del consumo sobre la producción: la necesidad del objeto es anterior a la producción material. El consumo crea la necesidad de una nueva producción y el producto sólo se realiza como tal en el consumo.
II - Producción-Distribución:
La producción determina a la distribución por el objeto (productos de la producción) y la forma (tipos de participación en la producción). Mientras tanto, la distribución determina a la producción en nivel práctico político, siendo el modo de producción resultante el determinante de la distribución.
III - Producción-Intercambio:
La producción determina el intercambio materialmente y el intercambio determina la producción económicamente (la instancia productiva tecnológica en estricto).
Este conjunto de determinaciones y niveles de abstracción reflejan claramente el sentido dialéctico, cuya construcción obedece a un doble movimiento de determinaciones y su articulación en una nueva totalidad que gana autonomía. En el camino de lo abstracto a lo concreto, el primer movimiento está representado por la abstracción de las determinaciones -“real concreto”- que no es otra cosa que determinaciones abstractas que construyen una totalidad en general (la producción en general), para luego perfilar un ascenso dialéctico al “concreto espiritual”, es decir, la totalidad concreta-histórica explicada (la producción en un momento histórica dado).
7.1. LA CONTRADICCIÓN CAPITAL- TRABAJO
El capital, en tanto dinero que se reproduce a sí mismo, es la abstracción máxima
que define la esencia del modo de producción capitalista. El capital no tiene límites, ni espaciales, pues tiende a integrar todos los mercados a través de la circulación; ni temporales, en la medida que se incrementa la velocidad de circulación de las mercancías hasta que el tiempo de circulación es casi cero. Es por ello que el capital es al mismo tiempo motor del desarrollo de las fuerzas productivas y su propio límite, al crear relaciones de producción que llevarían a su propia destrucción.
Es en este sentido, que el capital es la unidad dialéctica de tres procesos: 1. conserva el valor del capital gracias a la compra de fuerza de trabajo; 2) se incrementa a sí mismo, debido a la plusvalía; 3) en el proceso valorización se encuentra, al mismo tiempo, el proceso de desvalorización (trabas en la circulación).
El trabajo es la única fuente de riqueza, que al ser apropiado, en su determinación de trabajo vivo, por el capital, crea un valor excedente del cual éste se apropia. El trabajo es apropiado por el capital en tanto valor de uso, es decir, un insumo en el proceso productivo, y es vendido por el trabajador en tanto valor de cambio, por lo cual obtiene únicamente lo necesario para su sobrevivencia, siendo despojado de la plusvalía que su trabajo produce. Es entonces, el trabajo, a través de la plusvalía, el elemento fundamental de generación de valor.
En el modo de producción capitalista, Capital y Trabajo son al mismo tiempo dimensiones que se determinan mutuamente y que se contradicen. El Obrero reproduce e incrementa el valor de las materias primas y bienes de capital en el proceso productivo, que sin el trabajo se descompondría, pero al mismo tiempo, el trabajo sin el capital, en la forma de materias primas e instrumentos de producción, sería infructuoso. El capital es al mismo tiempo, elemento fundamental en la producción de riqueza (en tanto impulsor del desarrollo de las fuerzas productivas y la producción) y de pobreza (en tanto somete al trabajador a sus condiciones esenciales de sobrevivencia y los excluye del disfrute de la riqueza generada por su propio trabajo).
Marx construye estas categorías, muchas
de ellas profundizadas en escritos económicos (como El Capital) y políticos
posteriores, como elementos esenciales para la crítica de la economía política
burguesa, produciendo una profunda ruptura metodológica con el pensamiento
existente hasta entonces. El Materialismo Dialéctico surge como una ciencia
con un sentido profundamente histórico, que sirviera a los trabajadores asalariados
en el capitalismo en su lucha de liberación.
Notas:
[1] En este sentido, el materialismo dialéctico toma como punto de partida una sociedad (real concreto) en un momento dedo de la historia, a partir de un ejercicio de abstraccióin, construye un concreto representado, por ejemplo la ciencia y la tecnología en un momento determidado de la historia. Pero esta ciencia, en su camino de regreso produce un nuevo real concreto, es decir, una sociedad diferente que la existente antes de este determinado avance científico tecnológico, que constituye el punto de partida para nuevos avances científicos que a su vez producirán nuevas sociedades.
[3]
Para el obrero el trabajo solo tiene valor de uso en tanto es valor de cambio
y no en tanto produce valores de cambio, para el capital el trabajo sólo tiene
valor de cambio en la medida en que es valor de uso.
[4] Enrique Dussel, Op
citadaREFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Bibliografia
DUSSEL, Enrique. Hacia un Marx desconocido: comentario de los manuscritos del 61-63. Siglo Veintiuno editores. México. 1988.
MACPHERSON, C.B. A Teoría Política do individualismo Possessivo: de Hobbes a Locke. Editorial Paz e Terra. Río de Janeiro. 1979.
MARX, Karl. Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política. 2 Volúmenes. Siglo Veitiuno editores. México. 1971.
MARX, Karl; ENGELS, Federico. La Ideología Alemana. Editora Política. La Habana. 1979.
MARX, Karl – ENGELS, Friedrich. El Manifiesto Comunista. En Obras Escogidas. Editorial Progreso. Moscú.
MESZAROS, István. “Beyond Capital”. Monthly Review Press. Finlandia. 1995.
SANTOS, Theotonio
dos. Forças produtivas e relações de produção. Editora
Vozes. Rio de Janeiro. 1984.
Resumen: El presente trabajo busca desarrollar los aspectos metodológicos de la crítica de Marx a la Economía Política, tomando como uno de los textos fundamentales para el análisis Los Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política- borradores de 1857-1858, más conocidos como los Grundrisse.
Palavras clave: Método, economía política, dialéctica, proceso de producción, relación de producción, consumo, distribución, plusvalía, capital y trabajo.* Mestrando do Programa de Pós-graduação de Ciência Política da Universidade Federal do Rio de Janeiro, pesquisadora da Cátedra-rede Unesco-Universidade das Nações Unidas sobre Economia Global e Desenvolvimento Sustentável – REGGEN, Coordenadora para o Peru da Rede de Estudos da Economia Mundial – REDEM (con sede no México), membro do Grupo de Trabalho Globalización, economía mundial y economías nacionales da CLACSO.